Marcha procesional
Una
marcha procesional es la música utilizada para acompañar los desfiles
procesionales. Es un
género musical que debe contar con unos requisitos de estructura y estilo o carácter; la estructura hace referencia a la
forma musical conocida como
marcha, la cual consta de tema, desarrollo, trío y reexposición del tema, pudiendo en ocasiones contar con una introducción y una
coda. El estilo o carácter queda fijado por el
compás, el
ritmo, el
tempo y la adaptación y adecuación al acto para el que ha sido concebida la obra, la procesión.
La marcha procesional goza de gran popularidad en
España y en otros países como
Italia,
Guatemala y
Perú, y forma parte del repertorio musical de las
bandas procesionales de música.
La marcha procesional enraíza en la segunda mitad del
siglo XIX y lo hace bajo el concepto de
marcha fúnebre,
forma musical muy recurrida durante dicha centuria, albergada bajo la corriente estilista del
Romanticismo.
De ella emanaron grandes composiciones que posteriormente, y debido al
escaso repertorio a que tuvieron que enfrentarse las primeras bandas de
música, fueron adaptadas, siendo tocadas en las procesiones de
Semana Santa, continuando hoy en día, vigentes en algunos lugares. Este es el caso del segundo
movimiento de la
Tercera Sinfonía de
Beethoven; de la marcha fúnebre que
Frédéric Chopin compuso para el segundo movimiento de su
Sonata para piano n.º 2; la marcha fúnebre de Sigfrido de la ópera
El ocaso de los dioses de
Richard Wagner; la marcha
Juana de Arco de
Gounod; las marchas fúnebres de
Schubert; o el «Adiós a la vida» de la
ópera Tosca de
Giacomo Puccini; entre otras.
Pero muy pronto comenzarían a aparecer las primeras marchas fúnebres compuestas específicamente para
cofradías y
hermandades.
Aunque aún hoy queda mucho por investigar, se considera a
José Gabaldá Bel, quien fuera director de la Banda de la
Guardia Real en
Madrid,
uno de los primeros autores en componer expresamente música para la
Semana Santa. Su serie de marchas fúnebres, entre las que se encuentran
las tituladas «El llanto» o «Soledad», acompañan a la
adaptación de la marcha fúnebre de la ópera
Ione del maestro
Enrico Petrella.
Pronto tomaría la alternativa
Andalucía.
Así, aunque existen referencias que apuntan a la existencia de marchas
fúnebres ya en la segunda mitad del XIX, según los documentos
existentes, es la marcha fúnebre compuesta por
Rafael Cebreros para la
Semana Santa de Sevilla, y que se publicó en
1874. En 1876, y en
Cádiz,
Eduardo López Juarranz,
compone la marcha fúnebre «¡Piedad!» en honor a la corporación del
mismo nombre de esta ciudad. En años sucesivos, Juarranz, acometería
nuevas marchas, entre la que destaca «Pobre Carmen», común en
innumerables ciudades españolas.
Consolidación y desarrollo
Aunque como ya se ha mencionado, existe un punto de inflexión personificado en
Sevilla en
Vicente Gómez Zarzuela y en la saga de los Font; en otros lugares de
España como Cartagena,
Madrid e incluso
Canarias, donde, en la ciudad de
Las Palmas de Gran Canaria,
Santiago Tejera Ossavarry,
compone la marcha titulada «La Espada del Dolor»; se continuaba
componiendo siguiendo estrictamente la estética establecida por la
marcha fúnebre, es decir, haciendo caso omiso a lo establecido por
«Virgen del Valle». Es en este momento cuando el género comienza a
desarrollarse, adquiriendo personalidad propia, y haciendo que las
bandas militares se constituyan como referente en este estilo musical.
Banda Primitiva de Llíria en el Palau de la Música de
Valencia.
Los años veinte serían testigos de la aparición de la revista musical
Harmonía, fundada por el empresario y músico guipuzcoano
Mariano San Miguel Urcelay, y autor de dos piezas que dejarían clara la maestría de su autor, «El héroe muerto», compuesta en
1919, y «Mektub», que data de
1925. A su revista acudirían a enriquecer sus repertorios las bandas, surtiéndose de piezas famosas y desconocidas.
Es en este momento, 1929, cuando surge una de las marchas que hoy por
hoy goza de mayor popularidad. Se trata de «Rocío», marcha que aunque
no puede ser calificada como original, fue compuesta por
Manuel Ruiz Vidriet, y dedicada a la
Virgen del Rocío de
Almonte, sirviéndose de una melodía mexicana, la canción «La peregrina», y de parte de una composición original de
Joaquín Turina Pérez,
perteneciente a su poema sinfónico «La Procesión del Rocío». A su vez
surgen de los primeros poemas sinfónicos en forma de marchas fúnebres,
dos aspectos diametralmente opuesto.
El género de las cornetas y tambores. Alberto Escámez.
En el primer tercio del siglo XX se produce un hecho verdaderamente
curioso, la aparición de las primeras marchas para bandas de
cornetas y
tambores, siendo la primera de todas la
Banda de CC. y TT. del Real Cuerpo de Bomberos de Málaga , cuyo compositor de cabecera fue el maestro
Alberto Escámez, que fue músico miltar y el creador de las marchas de cornetas y tambores.
Sus marchas procesionales se consideran dentro del repertorio clásico. Compuso marchas como "
Consolación y Lágrimas" en 1922, "
La Expiración" en 1926, "
Virgen de la Paloma", "
Virgen del Rocío" o la más famosa de ellas, "
Cristo del Amor"
compuesta en 1944, siendo referente de las marchas de cornetas y
tambores. La mayor parte de su actividad se desarrolló en Málaga y otras
zonas de Andalucía.
Las marchas de
Alberto Escámez
se consideran un clásico y se interpretan por toda España. A su vez
surgen de los primeros poemas sinfónicos en forma de marchas fúnebres,
dos aspectos diametralmente opuesto.
Grandes maestros
Los Font
Se ha mencionado anteriormente a la famosa saga de músicos de la familia Font, que tiene su origen en
José Font Marimont,
músico llegado a Sevilla procedente de Barcelona en 1876 para ponerse
al frente de la Banda de Música Militar del Regimiento Soria 9, y que en
1887 firma su primera marcha fúnebre dedicada a la Carretería, fue el iniciador de esta familia. Pero es su hijo
Manuel Font Fernández de la Herranz, quien realiza la
orquestación
de la composición de su padre «Quinta Angustia», y quien fuera director
fundador de la Banda Municipal de Sevilla, anterior Banda del asilo
medicinal de San Fernando, quien se constituiría como verdadero tronco
de la saga.
Las composiciones de los Font emanan sinfonismo. «A la memoria de mi padre», «Expiración», «La Sagrada Lanzada» de
Manuel Font Fernández, y «Resignación» de
José Font de Anta
son ejemplos de sus marchas. «Camino del Calvario» compuesta en 1905, y
«Amarguras», en 1919 , emblema musical de la Semana Santa de Sevilla,
ambas de
Manuel Font de Anta, son ejemplos de verdaderos poemas sinfónicos en forma de marchas fúnebres. En
1924, este último sorprendió con «Soleá dame la mano» una composición marcada por el
nacionalismo e
impresionismo.
Germán Álvarez Beigbeder
Germán Álvarez Beigbeder
vive durante su actividad artística diferentes etapas dentro de la
historia de la marcha procesional. Así, sus primeras marchas fúnebres,
que verían la luz en
1900,
están impregnadas de un gran patetismo, mientras que las últimas, están
marcadas por un carácter más alegre. Entre unas otras pasarían 73 años
durante los cuales, nos dejaría un repertorio limpio, bello, perfecto,
que enaltecería la calidad media de las marchas que hasta su
desaparición se estrenaron.
Germán Álvarez Beigbeder vino a enriquecer el patrimonio musical de las cofradías de la zona de
Jerez de la Frontera, su ciudad natal, y
Cádiz, destacando entre sus bellas marchas fúnebres «Al pie de la cruz» compuesta en 1900, «Nuestra Señora de la Soledad» en
1905, o «Memoria eterna» en
1907.
En
1906,
con «Nuestra Señora del Rosario» introduce novedosamente la corneta en
una marcha para banda de música. Coetáneo de músicos como
Joaquín Turina,
su obra está impregnada de un marcado carácter nacionalista. Fue músico
Mayor de la Armada estando al frente de la Banda del Tercio de
Infantería de Marina de
San Fernando, y fundador de la Banda Municipal de Jerez de la Frontera.
Manuel López Farfán
Manuel López Farfán
(1872 - 1944) marcó una época en la historia de la marcha procesional a
partir de los años 20 del siglo XX, estando al frente de la Banda del
Soria 9. Así, en marchas como
Nuestra Señora del Mayor Dolor, de 1927,
La Virgen en sus lágrimas, compuesta en 1926, o
La Victoria de María, de 1921, se hacen presentes unos amplios pasajes en los que las
tubas
cobran gran protagonismo. Pero 1924 y 1925 tienen gran importancia
dentro de su historia compositiva, porque en esos años ven la luz dos
marchas insignias de la Semana Santa andaluza:
Pasan los campanilleros (1924) y
La estrella sublime (1925). También destacan
La Esperanza de Triana y
El Dulce Nombre.
En 2013, 85 años después de ser escrita, se descubre en el archivo
personal de la hermandad de arriba de Aznalcóllar la marcha procesional
"viva la cruz de Arriba" compuesta por Farfán y dedicada a esta
hermandad .
Manuel Borrego Hernández
Compositor nacido en 1988 en la localidada sevillana de Huévar del
Aljarafe y fallecido en Sevilla en 1958. Desde muy joven comenzó a
componer marchas procesionales, algunas de las cuales aún se escuchan
aunque desgraciadamente no tanto como sería deseable para muchos.
Dirigió, entre otras, bandas como la de Sanlúcar la Mayor, la del
Regimiento de Ingenieros, la Sociedad Filarmónica Hispalense y la
precursora de la actual banda de la Cruz Roja. Compuso gran número de
marchas procesionales entre las que podríamos destacar "El Lirio
Tronchado", "Mater Lacrimosa", "VI Dolor", "El Cristo de la Vera Cruz",
"El Varal de los Dolores", "Regina Pacis" y "Salus Infirmorum".
Cartagena
Cartagena
merece, como ciudad, un lugar destacado en la historia de la marcha
procesional, ya que ha sido testigo de grandes momentos para la música
para banda en
España. En esta ciudad se produjo el estreno del
pasodoble «
Suspiros de España» obra del Maestro
Antonio Álvarez Alonso, estando al frente de la Banda de la Infantería Marina, el músico
Ramón Roig Torné.
Fueron ellos, Roig Torné y la Banda de la Infantería Marina, junto a
otros muchos compositores que pusieron su genio creativo al servicio de
la Semana Santa, quienes dieron forma a la música procesional de
Cartagena en concreto, y, por extensión, de toda la
provincia de Murcia.
Así, se pueden citar la marcha fúnebre titulada «Marcha lenta» de
Gerónimo Oliver, «El destierro» de Vicente Victoria o «La Agonía» de
Alfredo Javaloyes, así como la obra «Primera caída» del propio Ramón Roig Torné, entre otras muchas.
Guerra y postguerra
La crisis que conlleva la
Guerra Civil Española
también se hace presente en todo lo que concierne a las cofradías,
afectando, lógicamente, a la música procesional. Muchos son los
compositores que pasan por malos momentos.
Manuel Font de Anta
encuentra la muerte a muy temprana edad, muchas bandas subsisten de
forma muy precaria, algunas cofradías dejan de procesionar, desciende el
número de composiciones de marchas procesionales, y las que ven la luz,
presentan melodías dramáticas. «VI Dolor» de
Manuel Borrego Hernández, junto a alguna obra de Farfán, son testimonios vivos del periodo.
Con la postguerra, poco a poco se vuelve a la normalidad, y el arte
al servicio de las cofradías, donde no podía faltar la música, se
recupera. Entra en escena la llamada generación de la postguerra, y en
ciudades como Córdoba, Jerez de la Frontera y Granada aparecen músicos
que logran superar el difícil momento y dedican a las imágenes sagradas
sus melodías. Entre ellos nombres como el de
Antonio Pantión Pérez, compositor de «Jesús de las Penas» en 1943, el ya mencionado Manuel Borrego Hernández,
Francisco Melguizo Fernández,
Enrique Báez Centella,
Rafael Márquez Galindo,
Germán Álvarez Beigbeder,
Emilio Cebrián Ruiz,
Pedro Gámez Laserna,
Pedro Braña Martínez o
Jaime Texidor.
Emilio Cebrián Ruiz
Emilio Cebrián Ruiz
es uno de los mayores exponentes dentro de la música para banda en
España. Parte de su obra ha logrado adquirir carácter inmortal, estando
presente siempre en el repertorio de infinidad de agrupaciones. Sus
pasodobles «¡¡Churumbelerías!!», «Ragón Falez» y «Evocación», y su obra
«Una noche en Granada» son muestra de ello.
Pero también desempeñó un papel destacado en el repertorio de marcha
procesional, según Mateo Olaya «[...] las marchas procesionales de
Emilio Cebrián destacan por una cuidadísima construcción, una vocación
especialmente melódica y unos giros llamativos [...]». Estas adquieren
su forma durante el tiempo que está al frente de la Banda Municipal de
Jaén. «
Nuestro Padre Jesús» , marcha compuesta en
1935, y que está dedicada al
Nazareno de Jaén, «El Abuelo»,
reúne todas las condiciones ideales para ser un verdadero modelo,
siendo fuente de inspiración para muchos compositores. Hizo suyo el
esquema definido por Farfán en
1925
con «La estrella sublime» y que constaba, como se ha mencionado, de
introducción, primer tema, fuerte de bajos contundente y trío final, sin
la participación de las cornetas, creando una línea distinta.
«Nuestro Padre Jesús» es, sin duda alguna, y con diferencia la marcha
más universal en España, estando presente en los atriles de bandas de
toda la geografía nacional. Ha sonado, sigue sonando en procesiones de
Castilla-La Mancha, Murcia, Andalucía, Extremadura, Madrid, Canarias,
etc. Después llegarían «Cristo de la Sangre» en 1941, «Jesús Preso» en
1943 y «Macarena» en 1943.
Pedro Gámez Laserna
Pedro Gámez Laserna transcurre su vida artística entre
Córdoba, dirigiendo la Banda Militar del Regimiento de Infantería de Lepanto y la del Regimiento Soria 9 de
Sevilla. Impregnó la marcha procesional con cierto carácter militarista, aportando unas
instrumentaciones
muy completas y logradas enalteciendo sus originales melodías y dándole
gran lucimiento a los instrumentos, teniendo siempre en cuenta sus
tesituras y posibilidades
tímbricas.
En
1949, Pedro Gámez Laserna logra con «Saeta cordobesa» fundir la
saetilla dentro de la marcha urdiéndola de manera primorosa con ricas armonías y
contrapuntos, como ya habían hecho anteriormente Farfán, o
Pascual Marquina Narro en su «
Procesión de Semana Santa en Sevilla».
También destacan composicones como «Salve Regina Martyrum» de 1952, «El
Cachorro, Saeta sevillana», de 1967, «Pasa la Virgen Macarena» de 1959,
«María Santísima del Subterráneo» de 1961 o «Sevilla cofradiera», de
1972.
Pedro Braña Martínez
El asturiano de nacimiento,
Pedro Braña Martínez sin duda alguna se encuentra entre los compositores más destacados de la
posguerra.
La puesta al frente de la Banda Municipal de Sevilla se considera
providencial para el patrimonio musical de la Semana Santa sevillana,
que tras la Guerra atravesaba, como otras muchas, momentos malos.
Su forma de entender la marcha procesional, unida a un marcado
sentimiento religioso, fueron los ingredientes necesarios para producir
un repertorio de gran delicadeza. Sus obras rebosan de elegancia,
comenzando por «Angustia» compuesta en 1945, y siguiendo con «Nuestra
Señora del Patrocinio» de 1953 y terminando con «Salmo Penitencial» en
los años noventa, todas ellas de gran categoría. Pero sin duda alguna,
de entre toda su obra destaca «Coronación de la Macarena» compuesta en
el año 1964 expresamente para la Coronación Canónica de la Esperanza
Macarena.
Recuperación del estilo de López Farfán
Durante el periodo ocupado por la
Guerra Civil Española
y la posguerra, la marcha procesional se había caracterizado por una
marcada tristeza y seriedad, sólo roto de manera muy tímida, en alguna
obra concreta. Pero la aparición en el panorama musical sevillano de
Santiago Ramos Castro en
1953
supuso la recuperación del estilo de López Farfán, y lo hace con la
composición de la marcha «Virgen de las Aguas». En adelante serían cada
vez más los que recurrirían al estilo «farfaniano»” a la hora de
componer música procesional.
Esto en cuanto a lo que a
Sevilla concierne, ya que en el resto de
Andalucía
no se produciría la aparición de marchas de este tipo hasta bien
entrada la década de los años ochenta, también, salvo excepciones.
Mientras, la marcha procesional experimenta un desarrollo nunca antes
visto, apareciendo nuevamente, la figura del músico militar, como el ya
tratado
Pedro Gámez Laserna o como
Juan Vicente Mas Quiles. Quien, tras pasar por la ciudad hispalense, recala en
Valencia sin dejar de firmar partituras religiosas.
Otros nombres salen a la palestra, como el caso de
Pedro Morales Muñoz. A este periodo se la ha denominado la Edad de Oro de la marcha procesional en contraste con el sombrío periodo anterior.
Ricardo Dorado Janeiro
Ricardo Dorado Janeiro
es considerado como la figura más importante de la música para banda
militar. Formó parte del Cuerpo Nacional de Directores Militares,
dirigiendo distintas bandas militares y centrando su actividad de manera
especial en
Madrid, aunque también compuso marchas procesionales.
Todas sus obras procesionales datan del periodo de los años cincuenta y sesenta,
[cita requerida]
entre las que destacan: «La Piedad» que fue su primera obra que salió
publicada en 1.929 en la Revista cofrade malagueña "La saeta, estando
dediada a la Virgen de la Piedad del barrio del Molinillo de la ciudad
de Málaga;"«Hosanna», «Getsemaní», «Oremos», «Cordero de Dios» y «
Mater Mea».
Según Mateo Olaya, todas poseen una estructura canónica, constando de
«[...] una pequeña introducción y un tema principal ampliamente
desarrollado que con posterioridad desembocará en un delicado trío final
de bella instrumentación».”
Pedro Morales Muñoz
Pedro Morales Muñoz,
discípulo de Pedro Gámez Laserna, ha sido, a su vez, maestro de buenos
compositores. Recibió de aquel la batuta de la Banda del Regimiento
Soria 9 y la ostentó hasta que la cediera, en los años ochenta, a
Abel Moreno Gómez.
Jiennense de nacimiento Pedro Morales bebió del estilo de Farfán y,
posteriormente, de Santiago Ramos y Pedro Gámez, comenzando a estrenar
marchas con un marcado carácter sevillano, enfatizadas por el uso
destacado de la corneta. Desde la aparición de «Esperanza Macarena» en
1968, «Virgen de Montserrat» en
1970, «Virgen del Refugio» en
1981, y hasta «Señorita de Triana» en 1999, además de sus marchas fúnebres «La Soledad» obra de
1991
o «Juan Jesús» de 1998, su trayectoria es impecable y de una gran
calidad, como puede verse en sus composiciones recientes «Montesión»
2009. Según Mateo Olaya, es el mejor exponente de la siguiente etapa.
Compuso además para la Virgen de la Esperanza Coronada de Málaga las marchas "Esperanza" en 1997, y "Esperanza Coronada" en 1998
Comercialización e industrialización
A partir de mediados de los años setenta, se produce en
Sevilla un fenómeno que revolucionaría el mundo de la marcha procesional. La aparición de cuadrillas de hermanos
costaleros
traería consigo un cambio nunca antes visto. Este colectivo comienza a
adquirir una gran importancia a la hora de elaborar los repertorios de
marchas que habrían de ser interpretados por las diferentes bandas de
música en sus procesiones, tendiéndose a seleccionar aquellas marchas
que, según su opinión, favorecían el ritmo y el paso del costalero,
rompiéndose con el hábito que suponía que el costalero, únicamente, era
el encargado de llevar el paso. Ahora, la música queda supeditada al
paso, llegándose al punto de que los compositores se ven obligados a
componer para el costalero, quedando en segundo plano criterios
estrictamente musicales.
Esto en lo que a
Andalucía concierne. En otras zonas de
España, se continua manteniendo el estilo de marcha lenta, como queda demostrado en títulos como «La Lanzada» que compuso en
Cartagena José Torres Escribano en
1981, «La Vía Dolorosa» obra de
Aurelio Fernández Cabrera, compuesta en
Cuenca en
1992, o «La Soledad» obra firmada en Zamora por
Carlos Cerveró Alemany también en 1992.
En Andalucía, la composición de marchas fúnebres queda relegada a un
segundo plano, eclipsada por el auge experimentado por aquel estilo de
marchas «alegres» creado por Farfán años atrás.
Todas esto ha sido la chispa que ha llevado a la marcha sevillana a
infiltrarse en ciudades del entorno, provocando que ciudades como
Córdoba,
Almería,
Jaén,
Huelva o
Cádiz
se vean contagiadas por la escuela hispalense, sumándose a la vorágine
de la creación de marchas para sus hermandades. El origen, la aparición
en el mercado de los trabajos discográficos de la Bandas Soria 9, con
Abel Moreno al frente.
Abel Moreno Gómez
El onubense
Abel Moreno Gómez
es, de entre los compositores de la historia de la marcha procesional,
el más popular. Su obra se ha extendido por toda la geografía española,
traspasando incluso sus fronteras, siendo interpretadas en alguna que
otra ciudad de América. En el momento en que se pone al frente de la
Banda del Soria 9, en el año
1984,
la marcha procesional había comenzado a experimentar un crecimiento que
se mantiene hoy en día. Abel Moreno fue consciente de los recursos que
se habían puesto a su alcance: una banda de gran técnica, la ciudad con
sus cofradías y sus hermanos costaleros, deseosos de poder contar con
marchas que les hicieran sentir cómodos en la calle, y una industria
germinante, conocedora de las posibilidades de este tipo de música.
Sus marchas son sencillas, agradables al oído e interpretables para
cualquier tipo de banda. Con «Hermanos Costaleros» compuesta en 1985 se
establecen los principios de su estilo, el cual queda consolidado en
obras posteriores como son «Cristo de la Presentación» de
1985, «Macarena» de
1988, «Madre de los Gitanos Coronada» de
1988, las marchas fúnebres de «Al Señor de Sevilla» compuesta en
1988 o «
Cristo de la Agonía» en
1991 y la obra que lo encumbró, «La Madrugá» firmada en
1987.
Perfecto Artola Prats
Perfecto Artola Prats, valenciano de nacimiento, es, el estandarte de la marcha procesional
malagueña, según Mateo Olaya quien afirma que «[...] sentó cátedra y creó el más sólido modelo de la marcha procesional en Málaga». En
1931 ingresa como
clarinetista
en la Banda Municipal de Málaga, pasando a ser director años más tarde,
desde 1945 a 1951 y en segunda ocasión, ya jubilado, a partir de
1974,
y de forma altruista. Sus marchas aparecen cuando Artola ostenta la
dirección de esta banda por segunda vez, es decir, a partir de
1974. De entre sus casi cuarenta marchas, destacan "Llanto y Dolor" compuesta en 1956, el conocido "Poema Sinfónico de la
Semana Santa en Málaga"
en 1.958, "Merced" en 1.982, "Cristo de la Humildad" en 1.982, "Mayor
Dolor" en 1.983, "Virgen de Gracia" 1985, "Jesús de la Pasión" en 1985,
"Coronación de la Virgen de los Dolores" en 1986, "Soledad" en 1989,
"Himno de Coronación de la Esperanza" en 1988, "Nazareno de la
Salutación" en 1989" o "Cristo de las Penas" en 1991.
Artola introdujo en algunas de sus marchas reminiscencias de
composiciones militares, cuyos cuerpos mantuvieran relación con la
cofradía a la que estaba dedicada su marcha, tal es el caso de las
marchas "Concepción" de 1989, el citado "Himno de Coronación de los
Dolores" o "Sentencia" de 1990.
Rafael Hernández
Rafael Hernández (1914-1994) fue saxofonista titular en la banda municipal de
Málaga, y compuso una de las marchas procesionales más interpretadas y significativas de la Semana Santa de Málaga, "
Malagueña Virgen de la Paloma" compuesta en 1982 y dedicada a la
Virgen de la Paloma de
Málaga.
Otras marchas importantes que compuso son, "
Jesús de Viñeros" en 1982, "
Lágrimas y Favores" en 1985, " Columna de la Merced" en 1992, "Virgen de la O" em 1.992, así como "Reina de los Mártires", también en 1992.
Guatemala
En
Guatemala
se han utilizado las marchas procesionales conocidas como «marchas
fúnebres» tanto de corte europeo como propio desde finales del siglo XIX
y principios del siglo XX, con una cantidad de autores nacionales,
utilizadas en su interpretación con bandas tipo marcial utilizando
vientos y
percusiones, teniendo un auge y popularidad entre las celebraciones de
Cuaresma y Semana Santa.
La situación actual
Hoy los compositores se encuentran en una complicada situación. De un
lado, aquellos que quieren componer están abocados a innovar,
encontrándose, no pocas veces, con la oposición de los intereses y la
moda añadiendo nuevos horizontes y lenguajes, aunque no son pocas las
veces que sus partituras chocan frontalmente con los intereses
imperantes o la moda. Del otro lado están aquellos que fabrican música
siguiendo los cánones preestablecidos, adaptándose a los moldes que
marcan la industria, dando demasiada importancia a solos de determinados
instrumentos o insertando melodías que nada tienen que ver con la
música procesional.
Aquellos difícilmente se hacen notar, estos gozan de los privilegios y del prestigio que pone a su servicio el sistema.
Últimamente ha surgido una especie movimiento historicista que
pretende dignificar la esencia de López Farfán, Gámez Laserna, Álvarez
Beigbeder, Braña, etc.
En Málaga
En
Málaga, en los últimos años han destacado compositores como
Gabriel Robles Ojeda, autor de numerosas marchas procesionales de las que cabe destacar la marcha "
Gran Perdón" y "
Prendimiento", dedicada a la
Hermandad del Prendimiento de Málaga,
Novia de Málaga y
A la Virgen del Rocío, A Jesús el Rico o A María de la O.
Francisco Javier Moreno
es autor de la marcha Cristo del Amor compuesta en 1996, Reina de San
Agustín, Plegaria al Cristo del Perdón o La Soledad del Sepulcro
José Antonio Molero,
es autor de grandes marchas procesionales que en los últimos años han
tenido una gran aceptación, incorporando notas de malagueñas a sus
marchas. Sus obras más conocidas son María Santísima del Amparo,
Coronación de la Trinidad compuesta en 2.001 por la coronación de la
virgen de la Trinidad, Bajo tu manto de Gracia y Esperanza compuesta en
2006, Pasa la Soledad o Reina de San Vicente, son algunas de sus
principales marcha.
Miguel Pérez Díaz,
es compositor de piezas de gran envergadura desde la década de 1990.
Sus obras cumbre son Esperanza Perchelera, Santo Traslado, Soledad de
San Pablo, Jesús Cautivo, Flor de San Julián, Estrella del Perchel,
Virgen de Nueva Esperanza o Bajo Palio
Santiago J. Otero, que cuneta con marchas como Nazarenos de Don Bosco o Carmen Reina del Perchel
Eloy García,
es autor en los últimos años de piezas de gran envergadura. Su obra
cumbre es Alma de la Trinidad compuesta en 2000 y que es su marcha más
conocida. A su vez otra de sus grandes obras son Virgen del Amor
Doloroso compuesta en 1998, Cristo de la Legión, Coronación de Nuestra
Señora del Carmen compuesta en 2004 y Consunmatum Est compuesta en 2005 y
dedicada al Cristo de la Expiración de Málaga.
Sergio Bueno de la Peña
ha compuesto en los últimos años la marcha Virgen de Dolores y
Esperanza, o la que es sin duda su obra más conocida y una de las más
interpretadas en la Semana Santa de Málaga en la actualidad, Carmen
Coronada compuesta en 2004. En 2012 compuso Azahar Victoriano, de corte
alegre, dedicada a la Novia de Málaga.
José María Fernández Moreno
ha compuesto sobre todo para la provincia, destacando marchas como
Verde Soledad, Viernes Santo en Alhaurín el Grande o Al Cristo del
Convento, además es uno de los grandes impulsores de la música cofrade
tras la creación de la asociación www.marchasdeprocesion.com, que se
encarga de recopilar y difundir las composiciones que existen sobre este
género musical.
Manuel Bonilla Cascado
es otro de los compositores malagueños que ha compuesto numerosas
marchas de procesión, entre las más destacadas se encuentran Cristo de
la Agonía, compuesta en 1990, obra finalista conjuntamente con Semana
Santa en Málaga (1996) en el primer concurso nacional de marchas
procesionales para la Semana Santa de Málaga "Maestro Perfecto Artola",
Solaz, compuesta en 2009, con cornetas y tambores, dedicada a la
Asociación Músico-cultural de la Vera-Cruz de Alhaurín el Grande (La
Pepa), Sangre y Pasión, dedicada a la misma asociación, también con
cornetas y tambores, Santo Sepulcro (2002), quizás su marcha más
conocida y aplaudida, Crucifixión (1999), marcha dedicada a la María
Santísima del Mayor Dolor en su Soledad del Lunes Santos malagueño,
Virgen de Gracia (1989) dedicada a la patrona de su localidad natal,
Paloma Malacitana (2010) marcha con cornetas y tambores dedicada a María
Santísima de la Paloma, Señor de calle Agua (2013), también con
cornetas y tambores dedicada a la Hermandad del Rescate, Soledad de la
Vera Cruz (2013) y su más reciente obra Madre y Señora de la Soledad,
dedicada a la Virgen de los Dolores en su Soledad del Viernes Santo
marmolejeño.
En Sevilla
En
Sevilla,
Francisco Javier Alonso Delgado,
con marchas como «Madre de Dios de la Palma», «Madre Dolorosa» o
«Virgen Macarena», está dejando muy claras sus cualidades; destacan los
rasgos sinfónicos de
José de la Vega,
Pedro Morales con «Esperanza Macarena» o «Virgen de la Paz», y sus
marchas fúnebres como «La Soledad»; Juan Velázquez con «Rosario de
Monte-Sión» o su hermano José Velázquez con su marcha más emblemática
«Aniversario Macareno»; Juan José Puntas Fernández con «Gran Poder»,
«Angustias de los Cruceros Coronada», «Jesús Nazareno» o «A tí...
Manué», su obra cumbre; Francisco Pastor Bueno, Camilo Jesús Irizo
Campos, David Hurtado, José Manuel Bernal, Juan García Sánchez, José
Manuel Delgado, Juan Antonio Barros Jódar, Jacinto Manuel Rojas Guisado,
Pablo Ojeda Jiménez, Francisco Pizarro Gómez, Manuel Marvizón Carvallo
(Madre Hiniesta, Candelaria, Coronación, entre otras) o Jorge Águila
entre otros, destacando la labor de
José María Sánchez Martín,
que se está convirtiendo en el compositor más afamado y aclamado con
sus originales composiciones, "Un Ángel te Consuela", "Y Expiró el hijo
de Dios" o "Caridad" son muestras de su labor.
En Canarias
Canarias,
zona que desde el siglo XIX contó con destacados compositores que
supieron abordar de manera muy acertada este género musical, cuenta en
la actualidad con diversos músicos de formación académica que
esporádicamente, surten a las numerosas bandas de música de las Islas de
piezas que saben competir con el incesante goteo de obras peninsulares
que se añaden continuamente a sus repertorios. Así, destaca Antonio
Hanna Rivero en
Las Palmas de Gran Canaria, en
Tenerife,
destacan entre otros, el arafero Arístides Pérez Fariña, así como el
joven realejero Jesús Agomar González Guillama, director de la Banda de
Música de La Victoria de Acentejo, y compositor, entre otras, de
«Columna de Fe», «Mater Dolorosa» o «Vera Cruz y Misericordia de Los
Realejos» y el valenciano afincado en Tenerife, José Luis Peiró Reig,
quien fuera director de la Banda de Música de la Federación Tinerfeña de
Bandas de Música, y que dirige la Banda de Música de Tejina, autor de
piezas como «Cristo de la Fe», «Jesús Nazareno» o «Al amigo entrañable».
La mayor capacidad técnica de las bandas de música, debida a la mejor formación de sus componentes, muchos de ellos formados en
conservatorio; la consciencia creciente sobre el patrimonio musical y la presencia de determinados compositores, auguran un futuro prometedor